terça-feira, fevereiro 28, 2006

Хитроумный идальго Дон-Кихот Ламанчский


Con silencio grande estuve escuchando lo que mi amigo me decía, y de tal manera
se imprimieron en mí sus razones que, sin ponerlas en disputa, las aprobé por
buenas y de ellas mismas quise hacer este prólogo.


En resolución, él se enfrascó tanto en su letura, que se le pasaban las noches
leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco
dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el
juicio.

Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efeto
su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo
su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que
enderezar, sinrazones que emendar, y abusos que mejorar y deudas que satisfacer.

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